domingo, 21 de diciembre de 2008

CULTURA: UN CONCEPTO EN BÚSQUEDA DE NUEVAS ACEPCIONES

Cultura de diccionario

La Real Academia Española redefine el concepto y valora nuevas acepciones. Las referidas a costumbres generan las mayores discusiones entre los académicos

EL PAÍS, JESÚS RUIZ MANTILLA / TEREIXA CONSTENLA - Madrid - 21/12/2008

La lengua muta. Crece, decrece, se amplía. El habla es como el cuerpo y ciertos conceptos se transforman con el paso del tiempo. El de "cultura" es uno de ellos. Tan dinámico como manido, tan solemne como callejero; tan unido a la excelencia como rebajado por usos demasiado comunes.

No parece haber desacuerdo en incorporar otra definición

A veces se incluyen acepciones que nadie entiende porque no se usan

“Debemos recoger las variantes y registrar sus usos”, dice Pérez Reverte

“Ahora se usa la cultura del ‘botellón’, y desaparecerá”, según Goytisolo

La Real Academia Española (RAE) no es ajena a ninguna de sus transformaciones, aunque no por eso tiene la obligación de contemplarlas todas. Unas quedan, otras las volatiliza el tiempo. Pero el hecho es que las actuales definiciones de la palabra están siendo matizadas en largos debates dentro de sus comisiones, muy concurridos y activos en lo que se refiere a un término sobre el que caben muchos colores.

Incluso, ganará una nueva acepción la palabra en el próximo Diccionario. La que tiene que ver con toda aquella actividad que gira en torno a un elemento: "cultura del vino", "cultura de la violencia"...

Ésa es la aportación que más discusiones genera. En los demás hay gran acuerdo, aunque según Víctor García de la Concha, director de la RAE, "cambiarán bastante". Ganarán matices. "Se enriquecerán porque trataremos de recoger nuevos usos actuales", anuncia.

El nuevo concepto está en plena ebullición. Quedan sesiones en la sede de Madrid y luego su posterior traslado a las 22 academias del español en el mundo para sus pertinentes discusiones y sugerencias. No sólo están reinventando la definición de "cultura". "También estamos discutiendo el término 'civilización", asegura García de la Concha.

La definición fijada en la 22ª edición del Diccionario de la Real Academia Española dice: "Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico". En su segunda acepción: "Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etcétera". Son las más amplias y a ellas, probablemente se incorporen otras de acuerdo con un debate que quiso introducir Claudio Guillén antes de morir en enero de 2007. "Hemos retomado el trabajo que él mismo empezó y que era interesantísimo", comenta García de la Concha, no sin nostalgia de su compañero.

Definir los nuevos campos está resultando un proceso más complejo de lo esperado. El académico y psiquiatra Carlos Castilla del Pino ha redactado una propuesta para explicar el significado de la palabra cuando va referida a las costumbres y características de un colectivo. "En este caso no hablamos del conocimiento, sino del conjunto del sistema de conductas que caracterizan a un grupo", explica el académico.

Castilla del Pino lo ilustra con ejemplos: cultura del alcohol, cultura de la droga, cultura de Hollywood o cultura andaluza. "Cuando se habla de la cultura andaluza no se refiere al conocimiento que tienen los andaluces sobre los libros, sino si el flamenco o el vino forman parte de sus costumbres, es en un sentido de antropología cultural".

Hay un libro que inspiró al académico, cuyo título usa la palabra con esta vertiente antropológica. Fue publicado a comienzos del siglo XX, lo que da idea de las raíces que tiene este uso del término cultura. Se trata de la obra Cultura femenina, escrita por el filósofo y sociólogo alemán Georg Simmel (1858-1918). "Es una colección de ensayos en los que se abordan las costumbres que caracterizaban a las mujeres, no se refiere al conocimiento que pudieran tener", aclara.

La definición redactada por Castilla del Pino, consensuada con Salvador Gutiérrez y José Antonio Pascual, y también asumida posteriormente por Emilio Lledó y el arquitecto Antonio Fernández Alba, está pendiente de discutirse en un próximo pleno. En la primera ocasión que se abordó el debate sobre la palabra, los académicos se enzarzaron a propósito del significado de distintas acepciones. Incluida la principal. La que se define en el Diccionario como conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. Castilla del Pino cree que obedeció a un "equívoco". "Unos hablaban del caballo como sinónimo de heroína y otros del animal", comparó.

No parece haber desacuerdo sobre la necesidad de incorporar una nueva definición, que está en muchas bocas por múltiples razones. Se habla de "cultura de la prevención o cultura de la empresa", cita el académico Francisco Rico, como "una línea de conducta". Pero sí hay más controversia sobre los ejemplos que podrían acompañarla. El escritor Luis Goytisolo, por ejemplo, defiende la restricción de los mismos a los que tengan una vocación más duradera: "A veces se le reprocha a la RAE que no recoja con demasiada rapidez, pero hay acepciones que a los cinco años se pierden". La cautela a la hora de incorporar novedades, añade, impediría que ocurra algo que a veces sorprende a los propios académicos: "A veces revisamos en comisión acepciones que nadie entiende, y esto ocurre porque fueron incluidas con rapidez y luego cayeron en desuso".

Goytisolo planteó una definición para la nueva acepción de cultura hace unos meses, consciente de que circula por doquier. "Tiene muchas acepciones, unas positivas y otras negativas; aunque sea un sinsentido en la mayor parte de los casos, es un hecho que está en la calle". Dicho lo cual, distingue entre "cultura del vino", que se refiere a una tradición mediterránea arraigada, frente a otras como "cultura de la droga", que no debería incorporarse a su juicio porque corresponde a una actividad marginal. "Hace años se hablaba mucho de filosofía de la empresa y ahora se usa mucho menos. Con cultura pasa algo similar, ahora se usa a veces de forma disparatada para decir cultura del botellón, que no tiene nada de cultura y que probablemente desaparecerá en unos años", reflexiona. Precisamente para distinguir entre unos usos y otros, el escritor, que ocupa el sillón C, considera "fundamental" que la nueva acepción vaya acompañada de ejemplos: "No creo que se puedan listar todos los casos donde se usa esta palabra, tendríamos que buscar los que van a pervivir".

Pero nunca a espaldas de la sociedad. Del hablante común y creativo, que es quien en definitiva reinventa e inventa la lengua, guste o no. Arturo Pérez-Reverte hace hincapié en esto: "La RAE debe hacer compatibles los usos", comenta el creador de Alatriste. "Aunque la palabra haya sido mal utilizada en los últimos tiempos. Hasta ahora, decir 'cultura de la violencia' o 'de la droga' es una incorrección, pero la Academia acepta los usos generales, por eso hay que compatibilizar. Estamos para aceptar realidades y que congenien las acepciones nobles con usos bastardos", comenta Pérez-Reverte.

Un deber de la Academia para él es conciliar. "Debemos recoger las variantes nuevas, registrar sus usos, es lo que estamos haciendo, ni más ni menos", añade el autor.

Aunque a veces se corra el riesgo de abaratar, de vulgarizar demasiado ciertos términos relacionados con la excelencia. "Usar una palabra así como comodín tiene sus riesgos", advierte Antonio Muñoz Molina, que antes que nada, avisa, no ha sido muy activo en los debates. Para el autor de Plenilunio, los conceptos de cultura más válidos son a su vez antitéticos: "Uno se refiere a la educación, a la formación y a algo que nos construye y otro tiene que ver con el punto de vista antropológico".

Sí se ha metido a fondo en el meollo el novelista Álvaro Pombo, por ejemplo. Aunque comienza a explayarse regateando: "Mi posición en esto es nula. Para mí es un asunto anticuado que ha acabado en una cuestión léxica". Más le hubiese gustado participar en los debates que hubo sobre el término en Europa en la etapa de entreguerras. Aunque lo de ahora, en plena época de la posmodernidad, también requiere una más que necesaria discusión. "Aunque sólo sea porque el Diccionario... es un acta notarial", asegura el autor de Entre las mujeres.

En ese sentido, a Pombo le parece muy interesante la nueva acepción que quiere incorporar la cultura como algo que gira en torno a un elemento determinado. "En ese aspecto, más que un concepto, pasa a ser un campo semántico, algo que curiosamente traspasa el lema de la propia Academia. Ya no debemos sujetarnos a limpiar, fijar y dar esplendor, sino a ampliar la lengua y sus usos".

Como tal, dentro del debate, algunos sabios de la lengua quieren aprovechar para introducir más matices. Es el caso del filósofo Emilio Lledó. "Para mí, una idea muy fecunda en este caso es la que aplicaban al término los griegos. Tenía que ver con la actividad, con el movimiento, con la acción. Sé que es difícil encerrar eso en una definición, pero deberíamos encontrar la forma de destacarlo. Más en estos tiempos, cuando necesitamos como nunca dejar de deambular y buscar derroteros".

La palabra, en muchas lenguas

» Español. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. / Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etcétera. (Diccionario de la Real Academia Española).

» Inglés. Las artes y otras manifestaciones del logro intelectual humano considerado colectivamente. Un entendimiento refinado o apreciación de ello. / Las ideas, costumbres y comportamiento social de una gente o sociedad particular. Las actividades y comportamiento característico de un grupo social particular. (Oxford English Dictionary).

» Francés. Conjunto de conocimientos que enriquecen el espíritu, afinan el gusto y el espíritu crítico. / Conocimientos en un campo particular. Por ejemplo: Ella tiene una vasta cultura médica. / Conjunto de fenómenos materiales e ideológicos que caracterizan a un grupo étnico o una nación, una civilización por oposición a otro grupo a otra nación. Por ejemplo, la cultura occidental. / En un grupo social, conjunto de signos característicos (lenguaje, gestos, indumentaria) que le diferencian de otro grupo social. Por ejemplo, cultura obrera, cultura burguesa. (Larousse).

» Ruso. Nivel de desarrollo de la sociedad, de las fuerzas creativas y las capacidades del hombre, expresado en los tipos y formas de organización de la vida y las actividades de las personas, de sus relaciones y también expresado en los valores materiales y espirituales creados por ellas. (Gran diccionario enciclopédico).

» Italiano. Conjunto de conocimientos, tradiciones, procedimientos técnicos, tipo de comportamiento y similares, transmitidos y usados sistemáticamente, característico de determinado grupo social, de un pueblo, de un grupo de pueblos o de toda la humanidad. / Patrimonio de conocimientos del que es culto: tener, no tener cultura; una persona de escasa, de gran cultura; hacerse, formarse una cultura; propio de la cultura es provocar nuevas ideas..., formar una clase de ciudadanos más educada y cívica. (Diccionario Zingaretti).

miércoles, 17 de diciembre de 2008

llamada a la participación por una cultura libre

Si compartes, eres legal . Compartir es bueno

Hola a todas,

Un grupo de trabajo de hacktivistas.net ha desarrollado una web calcada a la de la campaña del ministerio:

http://www.siereslegalereslegal.com

La web de la contracompaña ha sido diseñada colectivamente a través de las aportaciones al wiki:

http://wiki.hacktivistas.net/index.php/Accion/siereslegal

Y ya está disponible en:
http://siereslegalcomparte.com


A todas aquellos que quieran contribuir a luchar por un futuro libre, es el momento en el que podéis aportar vuestro granito de arena difundiendo al máximo la nueva web. Todo tipo de acciones de promoción de la contracampaña son válidas. Pero lo ideal sería promover de forma
distribuida de google-bombing, animar a la gente a que difunda la contracampaña poniendo un enalce que diga "si eres legal" apuntando a la web de la contracampaña http://siereslegalcomparte.com y desbancar así el posicionamiento de la campaña original en google. Hacer además un llamamiento a que entre todas podamos hacer llegar la contracampaña a lo más alto de google usando su sistema de promoción de web.

Tardamos un minuto en meter un enlace más en nuestras webs, blogs, y portales, y enviando un par de mails. Si nos coordinamos, entre todas vamos a conseguir sepultar digitalmente la campaña oficial del gobierno.

Tenemos que darnos prisa, el sábado los medios de comunicación centrarán su atención en la acción de descarga pública de la que ya se han hecho eco los grandes medios de comunicación:

http://wiki.hacktivistas.net/index.php/Accion/Descarga_publica/Medios_contactos

Para entonces nuestra campaña (la de los internautas) debería haberse extendido por todo el ciberespacio. Está en nuestras manos.

La cultura quiere ser libre! Aporta tu enlace, difunde... ahora la red actúa!


It is change, continuing change, inevitable change, "That is the dominant factor in society today. No sensible decision can be made any longer without taking into account not only the world as it is, but the world as it will be ..." ISAAC ASIMOV

Isaac Hacksimov
http://patiomaravillas.net/hamlab

domingo, 14 de diciembre de 2008

El Guggenheim se oxida (y mal)

Los escándalos económicos ponen en entredicho la gestión del museo

El País, EVA LARRAURI - Bilbao - 14/12/2008

"El éxito del museo está unido a la excelencia en su gestión; ello nos obliga a trabajar con calidad", presume el Museo Guggenheim Bilbao en su web. Con el director financiero, Roberto Cearsolo, despedido por desfalco, y el director general, Juan Ignacio Vidarte, acusado por el Parlamento vasco de descontrol y falta de capacidad profesional en operaciones económicas que ocasionaron pérdidas de siete millones de euros, las menciones a la calidad de la gestión resultan irónicas. La Q de plata de calidad no ha evitado que los escándalos relacionados con sus cuentas pongan en entredicho la gestión de los responsables del Guggenheim, manchando el símbolo de la regeneración urbana y económica de Bilbao.

El Parlamento vasco censura el descontrol en la cúpula directiva

El Guggenheim ha cumplido sus objetivos. Un millón de visitantes al año, el 60% procedente del extranjero, un nivel de autofinanciación por encima del 70%, y una treintena de empresas sentadas en el patronato han sustentado el éxito de un proyecto que nació de la desesperada búsqueda de nuevas actividades que sacaran a Bilbao del pozo de la crisis económica. El Gobierno vasco y la Diputación de Vizcaya asumieron el riesgo de asociarse con la Solomon R. Guggenheim Foundation, deseosa de expandirse más allá de su sede de Nueva York, y construyeron el fabuloso edificio de Frank O. Gehry. Invirtieron en el proyecto más de 120 millones de euros y se comprometieron a realizar aportaciones anuales de otros seis millones de euros para la compra de obras.

Los primeros nubarrones en la gestión del museo aparecieron en junio de 2007, cuando ya se había convertido en un tópico considerarlo el "icono de la revitalización de Bilbao" y se preparaba para celebrar su primera década de vida entre elogios al efecto Guggenheim. El Tribunal Vasco de Cuentas Públicas desveló en su informe sobre las actividades de la Sociedad Tenedora -una empresa instrumental constituida por el Gobierno vasco y la Diputación de Vizcaya a partes iguales para la adquisición de la colección de obras de arte-, que se habían generado pérdidas de siete millones de euros en la compra de divisas por adelantado para pagar los 20 millones de dólares (menos de 15 millones de euros al cambio actual) que costaron las esculturas de La materia del tiempo, de Richard Serra. La noticia provocó una sacudida que todavía continúa, mientras el director general y las instituciones vascas se empeñaban en explicar que se trataba de "una diferencia contable". Las pérdidas por la devaluación del dolar se traducía en los balances en un mayor valor de las obras "del inmovilizado" en términos de contabilidad.

La presión política obligó a revisar las cuentas con lupa y, por orden del Parlamento, se volvieron a hacer auditorías. La Tenedora salió del limbo en el que vivía, sin someterse al control obligatorio en las sociedades públicas amparándose en que ninguna de las administraciones tenía la mayoría. Y tirando del hilo de las cuentas saltó otro escándalo. El pasado mes de abril, el director de Administración y Finanzas fue despedido y denunciado ante los tribunales por haberse llevado de las sociedades instrumentales del Guggenheim medio millón de euros a lo largo de una década.

Las críticas a la gestión sustituyeron a los aplausos por el éxito del museo. La comisión de investigación del Parlamento vasco concluyó sus trabajos con un informe demoledor. Vidarte y la consejera de Cultura, Miren Azkarate, han sido acusados de ser responsables políticos de las irregularidades. Al director general se le atribuye falta de capacidad profesional y de control de sus subordinados. Cearsolo pudo llevarse el dinero porque manejaba las cuentas a su antojo; las pérdidas en las operaciones con divisas siguieron creciendo, sin que se hiciera nada por evitarlo. Los sistemas de control del museo, merecedores de premios de calidad, no se extendieron a sus sociedades instrumentales, y el dinero se escapó entre el cambio de divisas y el desfalco.

REPORTAJE : Lo dejo; tengo demasiado éxito

Profesionales y artistas encumbrados abandonan en plena gloria - Un triunfo mal llevado puede paralizar la creatividad

El País, SILVIA BLANCO 14/12/2008

El 13 de marzo de 1973, Juan Rulfo desveló la razón por la que había renunciado a seguir escribiendo: "... Pues porque se me murió el tío Celerino, que era el que me platicaba todo". Fue en la Universidad Central de Venezuela, durante una conferencia, mucho tiempo después de que el autor de Pedro Páramo y El llano en llamas hubiera optado por dedicarse a la fotografía y a los guiones de cine, y fue muchas veces después de que le formularan esa misma pregunta. El mismo camino del portazo a la literatura había tomado, años antes, nada menos que Arthur Rimbaud, quien a los 19 decidió que ya había dicho todo lo que tenía que decir en poesía y se convirtió, entre otras cosas, en traficante de armas.

Tanta expectativa de la gente puede desarrollar un miedo al fracaso.Tener talento no tiene nada que ver con saber gestionar el éxito o la fama

Rulfo abandonó: "Porque murió el tío Celerino, que me lo platicaba todo"

Un rasgo de los creativos es que necesitan libertad, hacer lo que quieran.Hay quien, por un tiempo, desaparece de la fama, pero todos suelen volver

Ambos tienen algo en común: tras lograr un éxito brutal, se apartaron de la publicación de libros y procuraron permanecer lo más alejados posible de la fama. No es un caso exclusivo de los escritores. Hace un par de semanas, un prestigioso cocinero francés, Olivier Roellinger, se deshizo de lo más parecido a un nobel que se le reconoce al arte culinario, las tres estrellas que le había otorgado a su restaurante la guía Michelin. Su motivo, su muerte del tío Celerino particular, era el estrés. Declaró que había pasado "26 felices años manejando el timón de los fogones" y que ahora quería "emprender un camino diferente" con el objetivo de "mantener la pasión de vivir".

Hace un mes, Deluxe, uno de los puntales del rock independiente español, dio su último concierto. Xoel López, el alma del grupo, se va "indefinidamente", primero a Argentina y luego a Estados Unidos. "Necesito romper, tomarme un descanso. Estoy un poco harto de tanto rock. Llevamos tres años sin parar, más de 100 conciertos. No sé: necesito un cambio", dijo a EL PAÍS. Seguirá componiendo, pero admite su agotamiento.

El impecable Daniel Day-Lewis, el Gerry Conlon de En el nombre del padre, que acaba de ganar un Oscar, pasó cinco años sin actuar. Aunque evita hablar de ello, se sabe que vivió en Florencia trabajando de aprendiz de zapatero.

Esta es una historia de dilatados parones o abruptos finales. Aunque los primeros son mucho más frecuentes, hablan de las dificultades de la creatividad para soportarse a sí misma y para soportar (y más aún, mantener) el éxito. Manuela Romo es autora de Psicología de la creatividad (Paidós) y profesora de la Universidad Autónoma de Madrid. Al investigar sobre el trabajo de los creadores, se encontró con que se trata de una actividad que exige "un enorme esfuerzo cognitivo y mental al que hay que dedicar cientos o miles de horas. Además, cuando hablamos de auténtica creación, de producir algo nuevo, la persona experimenta fases de gran incertidumbre, no sabe hacia adónde va exactamente, no hay nada definido, y, además, está desafiando paradigmas establecidos, lo que puede ocasionar rechazo o incomprensión. Por otra parte, el hecho de trabajar en soledad puede generar estrés", explica. Visto así, se parece bastante a una especie de tortura. Sin embargo, Romo subraya que nada de esto es capaz de quebrar, por sí solo, la voluntad de un artista, un científico o un compositor. "Es su vida. Una personalidad creativa ama su trabajo, en el que a veces tiene lo que la psicología llama 'la experiencia del fluir': un estado de total inmersión en una tarea, estar absorbido y perder por completo la noción del tiempo".

Rulfo o Rimbaud siguieron, en este sentido, un camino excepcional. Se esfumaron. Estaban aquejados de lo que el narrador de Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matas (Anagrama), llama "el síndrome de Bartleby" en su brillante rastreo por la literatura del no y sus protagonistas, entre los que destaca.

Si se escribiera algo parecido sobre cocineros, se incluiría la renuncia de Jordi Parramón, aunque sus motivos son más claros y vitalistas. "Un día mandé un fax a los autores de la guía Michelin. Les explicaba que renunciaba a mi estrella. No lo entendieron. Me llamaron, pero no se convencían de que yo quisiera renunciar. Así que enviaron a un señor, charlamos y me dijeron que no les había pasado nunca", cuenta por teléfono. De esto hace tres años. Ahora Parramón vive en el campo, dedicado a la fotografía. "Un trabajo así te ocupa todo el día y toda tu energía, aunque te guste mucho. Me dediqué 20 años a la cocina, nunca busqué ni la fama, ni el éxito. Cuando nos dieron la estrella, coincidió con el boom de la cocina, de Ferran Adrià. Hubo buenas críticas, llegó la prensa, me invitaban a actos. Una mañana iba en un avión hacia Milán a dar una conferencia sobre cocina, y me di cuenta de que antes de despegar sólo estaba pensando en volver. Me dije '¿pero dónde vas?' y ahí empecé a plantearme dejarlo y cambiar de vida. Quería hacer más cosas. Al principio no todo el mundo lo entendió, se ve raro cambiar una vida con dinero y reconocimiento".

Introducir la variable del éxito en la creatividad puede descompensarlo todo. Por extraño que parezca. "Ocurre cuando se orienta la obra hacia la consecución de un resultado", comenta Javier Mañero, director de la Escuela de Inteligencia. Después de un gran triunfo, entre la crítica o el público, de un libro, un disco, un cuadro o un plato, lo más temido y estresante para el autor puede ser la pregunta: "¿Y ahora, qué?".

"Los fracasos no cuentan excepto, si vienen después de un éxito", asegura el escritor Santiago Roncagliolo. En 2006 obtuvo el premio Alfaguara por Abril Rojo y se adaptó al cine Pudor, su primera novela. "Cuando escribí esas obras, sobre todo Pudor, nadie tenía expectativas sobre mí. Sólo quería publicar. Se tradujo a varias lenguas, vendió. El error es tratar de hacer lo mismo para no defraudar", dice.

No hay creatividad sin riesgo. "Es muy difícil mantener indefinidamente la admiración de los otros. Tanta expectativa de la gente puede desarrollar un miedo al fracaso que bloquea, es paralizante", explica el psicólogo Gonzalo Hervás. En el mundo de la música esa presión es elevada.

"Después de haber sacado un disco muy potente, todos los grupos tienen ese vértigo, el de superarse. Y justo el segundo es muy complicado, porque repetir la fórmula ya no vale. Hay que igualar como mínimo, o experimentar", explica Carlos Mariño, manager de grupos como Dover, Fangoria o Kiko Veneno. Es que "ser creativo o tener talento no tiene nada que ver con saber gestionar el éxito, y mucho menos la fama", asegura Javier Liñán, ex director artístico de EMI España, donde trabajó con Amaral, José Mercé o Manu Chao. Ahora es manager de Los Planetas, Albert Pla y Astrud.

El escritor dominicano Junot Díaz obtuvo el premio Pulitzer -uno de los más importantes de las letras estadounidenses- en abril pasado con su novela La maravillosa vida breve de Oscar Wao. Pero han tenido que pasar 11 años para que volviera a publicar: su anterior trabajo, una antología de cuentos titulada Drown, es de 1996, la que le convirtió en la promesa literaria de su país. En una reciente entrevista con este periódico, aseguró que ese lapso temporal "fue un infierno". "No sé cómo sobreviví. Soy terriblemente duro conmigo mismo, padezco la enfermedad del perfeccionismo", dijo.

La alta autoexigencia creativa puede paralizar. Pero puede que también influya el hecho de que "cuanto más tiempo pase entre una novela y otra, más prestigio adquiere la segunda", dice Roncagliolo. Y más presión: "Si la primera novela es buena, la segunda novela, más diez años después, tiene que ser genial". El proceso creativo no es, ni mucho menos lineal. "Hay muchos abortos", confiesa Roncagliolo. "Y existe el terror al vacío. Puedes tirar una novela de 200 páginas. Si has tenido éxito, es parecido a una borrachera. Cuando acaba la atención sobre la obra, la promoción, llega la resaca, te preguntas si podrás hacer otra, si estás acabado... Es parte del ciclo". Manuela Romo explica que "es un fenómeno complejo, en el que hay repetidas cumbres y repetidos abismos".

Varios experimentos sugieren que el éxito puede fagocitar parte de la creatividad. A finales de los ochenta, la profesora de Psicología Theresa Amabile, de la Universidad de Brandeis (EE UU), trabajó con varios grupos de niños. Les pidió que dibujaran lo que quisieran. A una parte de ellos les ofrecieron recompensas por hacerlo, y a otros no. Quienes habían sido premiados presentaron los dibujos menos creativos. "Si la motivación externa, es decir, la necesidad de reconocimiento, la fama, es más fuerte que el placer por crear (la motivación interna), puede aparecer el estrés", explica Alfredo Muñoz, psicólogo social de la Universidad Complutense de Madrid y profesor de talleres de creatividad en empresas. Ahí sí puede darse el abandono temporal para recuperar el equilibrio o la renuncia definitiva. Cantautoras como Tracey Chapman o Lauryn Hill, ex miembro de The Fugees (con los que vendió 17 millones de discos con sólo un álbum, The Score) frenaron su carrera cuando mayor fama tenían, por ejemplo.

Aunque para fobia a la fama, la del escritor estadounidense Thomas Pynchon (El arco iris de gravedad). De él apenas hay media docena de fotos de hace más de 40 años. No concede entrevistas. Lo último que se conoce de él es su voz: aparece con una bolsa de papel en la cabeza en un cameo excepcional en Los Simpson. Se interpreta a sí mismo asesorando a Marge, que publica una novela. El caso de J. D. Salinger es también misterioso. Tras la publicación de El guardián entre el centeno, una auténtica novela de culto desde el momento en que apareció (1951), se borró de la vida pública y apenas se editaron un par de libros suyos más. "Un rasgo fundamental de la personalidad creativa es que necesita hacer lo que le da la gana. La libertad, que se olviden de ellos para volcarse en su trabajo", asegura Romo. Apenas hay compositores, escritores o artistas que no se quejen, en algún momento, de la pesadez de la promoción y la fama. Lo sufren, por ejemplo, los managers: "Es muy cansino, repiten lo mismo en las entrevistas, la gente les para por la calle, llaman 200 veces al día, aparecen por todas partes", ilustra Mariño.

Con todo, quienes abandonan para siempre son una excepción. "La personalidad creativa siempre está produciendo, tiene una gran confianza en su trabajo y una fuerte tolerancia a la frustración, aunque se pueda resentir puntualmente", dice Romo. Muñoz también cree que, si no es así, pierden "la capacidad de jugar, la creatividad es tan gratificante que no puede estresar". Y quienes desaparecen un tiempo al final "siempre vuelven. Es su vida", dice Romo.

martes, 9 de diciembre de 2008

Haga su propio 'Malevich'

Una oleada de juegos de mesa recurre a referentes culturales para hacer frente a la hegemonía de la pantalla

El País/ANATXU ZABALBEASCOA - Madrid - 09/12/2008

Regale una escultura. Atrévase a hacer de escultor. Una ola de juguetes inspirada en ideales modernos y suprematistas quiere convertir el juego en una excusa para la cultura o, por la misma regla de tres, a la cultura en un pretexto para el juego.

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Sea como sea, se trata de aprender jugando. El viejo tablero de ajedrez de la Bauhaus, cuyas piezas repetían el movimiento de las fichas: el salto del caballo en L, o el cruce diagonal del alfil como una X, se convirtió en uno de los juegos más famosos de la escuela alemana. Su autor, Josef Hartwig, dirigía uno de los talleres de escultura de la mítica academia que abogaba por que la forma siguiera a la función. Hartwig ideó piezas y tablero en 1923. Y el tiempo ha transformado su entretenimiento en su escultura más conocida. Hoy, el legendario ajedrez acumula más ventas como objeto escultórico que como juego de mesa.

Algunos fabricantes se han acordado ahora de él. Y han decidido explotar esa baza ludo-cultural para competir con la adicción a los juegos de ordenador.

Combinan estética, arte e ingenio. Son juegos "cultos" de construcción, o evasión, que no se conforman con distraer el tiempo. Buscan aprovecharlo. Así, detrás de Be a Malevich está la historia de Xavier Vidal, un empresario barcelonés que, tras vivir cuatro años en Moscú, se quedó parado delante del cuadrado negro de Kasimir Malevich que colgaba en la Galería Tetriakov. Este hombre de negocios no vio aquel cuadrado como un agujero oscuro sino como un umbral a un mundo desconocido. De regreso en Barcelona, ha puesto a trabajar a dos talleres artesanos de su ciudad "con la idea de no quedarme nunca sin piezas". Y con la voluntad de colocar a su producto la etiqueta "not made in China".

Vidal cuenta que el juego propone convertir en escultor "a cualquier persona capaz de ver algo más que un cuadrado negro frente a un cuadrado negro". Puro suprematismo ¿o la revolución del souvenir? Basado en los juegos Arquitecton Alfa del padre de ese movimiento, Be a Malevich invita a ser creativo. Una pequeña revolución doméstica que triunfa en las tiendas de los museos (Caixaforum, Macba, Reina Sofía o la Fundación Miró) desde 50€. (www.beamalevich.com).

Pero Malevich no está solo. Estas navidades, Habitat lanza un ajedrez inspirado en el de la Bauhaus. El modelo Karl se ha puesto a la venta por 150 euros. Admite estrategia, imaginación, diversión y, por supuesto, contemplación.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Alemania dona 100.000 fotografías históricas a Wikipedia

Las instantáneas, que se remontan desde 1860 a la actualidad, forman parte de un proyecto para su uso público

ELPAÍS.com - Madrid - 08/12/2008

El Archivo Nacional de Alemania ha anunciado la donación a Wikipedia de 100.000 fotografías digitalizadas que corresponden a distintos momentos históricos. Las imágenes cubren un periodo que oscila entre 1860 a la actualidad, y forman parte de un proyecto que pretende poner a disposición de los ciudadanos 11 millones de fotografías para su uso público.

"Hemos decidido cooperar debido al éxito de Wikipedia. De esta manera, podemos llegar a un mayor público", asegura el director adjunto del archivo B. Kuhl al diario alemán The Local. La iniciativa se ha desarrollado puesto que "la gente normalmente no piensa en nosotros cuando busca imágenes", explica Kuhl.

Las imágenes donadas por el Gobierno alemán incluyen documentación sobre el Holocausto, manifestaciones y otros acontecimientos de la historia contemporánea del país teutón.

"Todo el mundo está involucrado de alguna manera, se trata de un trabajo en constante proceso", asegura Kulh quien desvela que en la actualidad el proyecto cuenta con un total de 11 millones de fotografías, que serán distribuidas bajo la licencia Creative Commons para su difusión y uso público.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿Arte para la política o política para el arte?

Cultura y poder siempre se han necesitado - Los países buscan asociar su imagen a las vanguardias -caso Barceló-, y eso genera polémica - Pero la creación no exige consenso, sino criterio

El País/CATALINA SERRA 03/12/2008

El arte y el poder se necesitan. Desde siempre. Algunas de las grandes obras existen gracias a esta relación estrecha de arte y política, sean las pirámides o El acorazado Potemkin. Muchos Gobiernos han intentado asociar su imagen exterior al arte de vanguardia, y eso implica optar. La elección de unos defrauda a otros y desata el debate sobre el apoyo oficial. ¿Debe ser por concurso? ¿Es posible un consenso? La cueva-cúpula de Barceló en Ginebra es el último episodio de esta larga y apasionante historia.

Desde las pirámides, las grandes obras se deben a la política

Se ha comparado la cúpula de Naciones Unidas con el 'Guernica'

En la Transición se quería transmitir la imagen de un país joven y moderno

Barceló también representará a España en la Bienal de Venecia

Sicilia, Valdés y Amat optaron a decorar el salón de sesiones

Si se comparan vacunas con arte, toda exposición parece cara

El caso es que el generoso regalo de España a la ONU al costear la remodelación integral de la sala XX del Palacio de las Naciones de Ginebra -rebautizada como sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de las Civilizaciones, la gran apuesta diplomática del presidente Zapatero- ha resultado polémica porque su culminación ha coincidido con una crisis económica que ha hecho que algunos vean excesivo los 20 millones invertidos -el coste concreto de la cúpula se desconoce ya que el contrato del artista tiene una cláusula de confidencialidad- y, sobre todo, la oposición ha criticado que medio millón de los ocho de aportación pública fueran contabilizados en una partida que no se correspondía con el objetivo real de la obra. La virulencia, muchas veces demagógica, de la polémica ha oscurecido otros debates paralelos sobre la implicación de esta obra con la historia o su relación con la política de apoyo a la cultura en el exterior.

Es curioso porque el antecedente más claro de este proyecto son los murales de Josep Maria Sert en la sala del consejo del Palacio de la Sociedad de Naciones en Ginebra, y aquel también fue un proyecto víctima de su tiempo. Igual que ahora, la Sociedad de Naciones (antecedente de la ONU) pidió a los países miembros que colaboraran en la adecuación de su sede. La República española quiso hacer el regalo de una decoración mural que reflejara los valores progresistas de su Gobierno y sirviera para darle prestigio cultural en el exterior. Como ahora. Entonces se encargó el mural a Josep Maria Sert, que en aquel momento era un artista con gran presencia en el mercado internacional. En 1935, las Cortes, según publicó Arturo Colorado en un opúsculo sobre estas pinturas, aprobó destinar 500.000 pesetas a la decoración de la sala. Sert trabajó en el proyecto durante los dos años siguientes, pero cuando se inauguraron las pinturas, en octubre de 1936, la Guerra Civil ya había estallado y, para desesperación del artista, en los disturbios anticlericales de aquellos tiempos se quemó la catedral de Vic y con ella los frescos que consideraba la obra de su vida. Aquello le marcó hasta el punto de que a los pocos meses se pasó al bando franquista. De hecho, en la Exposición Internacional de 1937 de París, Sert colaboró con el Gobierno rebelde con una pintura sobre Santa Teresa que se exhibió en el pabellón del Vaticano que estaba situado justo detrás del militante pabellón de la República que exponía el Guernica de Picasso.

Estos días se ha comparado también esta obra de Picasso con el proyecto de Barceló en Ginebra. No está claro que sean equiparables. Por una parte porque el pabellón español se enmarca en lo que son las exposiciones internacionales y, por otra, porque las circunstancias históricas de 1937 convirtieron la Expo de París en un escaparate político y estético de los diferentes regímenes a los que la República española concurrió con propaganda realizada por sus artistas más radicalmente vanguardistas. Según explica Antonio Sánchez, conservador del Reina Sofía, está documentado que el presupuesto oficial del pabellón fue de 872.475 francos (el gobierno francés subvencionó con 375.000 francos), pero el gasto real repartido en otras partidas fue casi el doble. Se sabe también que Picasso cobró 150.000 francos por pintar el Guernica. Teniendo en cuenta que en 1937 cada franco equivalía a 56,5 pesetas, Picasso cobró 8,47 millones de las antiguas pesetas. Según el INE, el equivalente a 12 millones de euros de hoy.

Para la época eran partidas importantes y más en un país en guerra. En cualquier caso, en los tres proyectos lo que está clara es la voluntad política de dar una cierta imagen del país en el exterior, que, como comenta el historiador Julian Díaz, "siempre se intenta que sea moderna y progresista. Incluso en pleno franquismo, Luis González Robles en los años cuarenta y cincuenta promocionaba la pintura abstracta e informalista de Tàpies, Chillida o Saura en las citas internacionales". Era, explica, una manera de demostrar que éramos un país moderno y de situarnos en la estela de la dominante cultura estadounidense. "El arte siempre ha jugado un papel importante como reflejo de la imagen de una política o un país, y eso es independiente de la intención de los artistas", comenta Díaz.

En la Transición, añade, también se utilizó el arte, y la imagen que se buscaba transmitir era la de un país joven y moderno. Barceló representaba a la perfección este papel, que retoma ahora, por lo que fue uno de los emblemas del cambio. Esto en un contexto internacional, los ochenta, en que volvía a reivindicarse la pintura y el mercado estaba pujante. Como contaba a finales de los ochenta el escultor Juan Muñoz en una entrevista, estaba todo el mundo tan tranquilo "cuando de pronto aparece Miquel Barceló, el chico de la moto, y les pega a todos una pasada que los deja alucinados".

La moto que ahora conduce es más grande. Su próxima parada será en la Bienal de Venecia de 2009, en donde el artista mallorquín será quien represente a España en el pabellón bajo el comisariado de Enrique Juncosa, director del Museo de Arte Moderno de Dublín.

Ésta será la última vez en que el responsable se nombre a dedo. Según explica Antoni Nicolau, director de relaciones culturales y científicas del Ministerio de Asuntos Exteriores, a partir de la próxima edición se convocará con tiempo un concurso en el que un comité de selección debatirá sobre los proyectos presentados. "Queremos tener más relación con las asociaciones del sector artístico para que nos ayuden a crear mecanismos profesionales y transparentes para decidir la participación española en los eventos internacionales", señala Nicolau.

Es un cambio de línea que, naturalmente, está muy bien vista entre las asociaciones que ven así cómo poco a poco están consiguiendo que los distintos estamentos públicos acepten los cambios de "buenas prácticas", como el concurso público, que han conseguido implantar ya en el caso del nombramiento de algunos directores de museos. No todos los expertos están de acuerdo. José Guirao, director de la Casa Encendida, alerta contra la "concursitis" porque, dice, "¿quién escoge al jurado?".

De hecho, se ha criticado la previsibilidad de algunos concursos en los que el nombre del ganador ya estaba cantado (como fue Manuel Borja-Villel en el Reina Sofía) y no hay que olvidar que para la realización de la cúpula de Ginebra hubo un concurso restringido (además de Barceló, presentaron proyecto José Maria Sicilia, Manolo Valdés y Frederic Amat) que contó con un comité asesor -en el que sólo había un crítico de arte, Joan Francesc Yvars; el resto eran representantes institucionales- que consideró la suya la propuesta más "acorde con el momento actual".

Para Juan Antonio Ramírez, catedrático de arte de la Universidad Autónoma de Madrid, lo que hace falta no son concursos "sino comisarios más audaces e inteligentes, y más transparencia". Rosa Martínez, comisaria de exposiciones que ha dirigido numerosas bienales internacionales concluye que "una política coherente de apoyo a las artes no requiere consenso sino criterio". De hecho, aún no se sabe cuál sería el mejor mecanismo a seguir.

"Éste era un tema que estaba en el ambiente desde hace mucho tiempo y supongo que el tema de Barceló lo ha precipitado, aunque no es nuevo", comenta Yolanda Romero, presidenta de la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España (ADACE). "De lo que se trata no es tanto de la promoción de un determinado artista sino de estudiar cuál es la mejor manera de ayudar a que haya una mayor presencia del arte español en el exterior". En este sentido, el cambio de los últimos años en la política de la Sociedad Estatal para Acción Cultural Exterior (SEACEX), también ha sido bien recibido por las asociaciones. "Nuestra apuesta no es hacer producción propia sino colaborar y coproducir con los centros españoles o extranjeros; esto nos permite hacer mas cosas y abaratar los costes", señala Charo Otegui, presidenta de la entidad que en 2009 tendrá unos 15,6 millones de presupuesto.

Y es que el tema de la presunta "invisibilidad" del arte español allende nuestras fronteras ha sido el gran debate de los últimos años en el sector. Para Ramírez, hay que evitar victimismos porque "tan mal no estamos". De todas formas, destaca que "la promoción no se puede hacer sólo con una política de exposiciones sino que tiene que ir acompañado de un discurso teórico. Y tendríamos que preguntarnos si en España tenemos un discurso interno sobre el arte que es exportable". Recuerda Ramírez que las figuras españolas que se han impuesto fuera, como Tàpies o Barceló, estuvieron apoyados principalmente por críticos internacionales. "El caso de Barceló en 2008 es distinto porque ahora hay aquí más especialistas en línea con el arte internacional", añade. "En este sentido aprecio un cierto divorcio entre lo que deciden los poderes públicos y lo que la mayoría de expertos consideraría más adecuado para representar el arte español de hoy".

Éste es otro punto de debate. Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, centro que es el buque insignia del arte contemporáneo en España, tenía otra cita el día que se inauguró la cúpula de Barceló pese a ser miembro nato del patronato de la Fundación Onuart. Para él, "no puede decirse que Barceló represente una determinada política sino el gusto de una sociedad", la española, que en términos artísticos sigue siendo en general conservadora y para la que Barceló es el colmo de la vanguardia. En lo que no ve discusión es en la evidencia de que el arte tiene un precio. "Si se compararan vacunas con arte, no sólo la cúpula de Barceló sino cualquier exposición siempre parecerá cara e innecesaria", añade. Pese a ello, lo cierto es que el tema del precio no es baladí en estos momentos. "La perspectiva para valorar éste o cualquier otro proyecto, hace tres años o ahora, es radicalmente diferente por el cambio de ciclo económico", señala Miguel Zugaza, director del Museo del Prado. Un encargo de estas características resulta difícil de encontrar. El único referente en cuanto a ambición presupuestaria sería el proyecto de Chillida en Tindaya cuyo presupuesto sube a 76 millones de euros.

Los astronómicos precios pagados en subasta no son comparables a un encargo, según la experta en mercado del arte Lola Garrido: "Una cosa es el precio y otra el valor. El valor lo pone el tiempo y el precio lo pone el deseo del que tiene el dinero". Pero, señala, el dinero público es diferente y aboga por dejar de subvencionar directamente a los artistas y comenzar "un plan de salvamento de las galerías españolas, que son la industria del arte, igual que se hacen con las fábricas de coches, porque sino en dos años solo quedarán cuatro".