Las producciones domésticas proliferan entre los músicos madrileños al mismo tiempo que declinan los grandes estudios de grabación
El País.esROSA RIVAS - Madrid - 16/02/2009
Cada vez hay más músicos madrileños que convierten su casa en estudio de grabación. El artista hace juanpalomismo, se lo guisa y se lo come todo: compone, toca, graba su obra y la cuelga en Internet o la distribuye mediante una discográfica. ¿Ventajas?: ahorro de dinero y agilización del proceso. Todo es más rápido. Se hacen discos en pocas semanas, canciones en horas. Si antes se invertían 60.000 euros o 24.000, ahora 12.000 o 6.000.
"Antes o después caes en la tentación de hacer tu movida", dice Pachi Alis
Juan Aguirre: "Con las tecnologías se democratiza la grabación"
También hay un plus creativo: "Con los estudios caseros los músicos pueden llevar a cabo proyectos que antes eran impensables", dice el músico zaragozano de 49 años (ex Esclarecidos) y productor Gonzalo Lasheras. En su casa de Galapagar entra la sierra por una ventana y por la puerta cuelan sus creaciones (desde hace 15 años) músicos de todos los estilos, del jazz al pop o al rock: Ben Sidran, Ana Torroja, Jorge Drexler, Luz Casal, Aute, Iván Ferreiro, Los Violadores del Verso... Aunque el 90% de los discos que produce, asegura, es "para artistas que no tienen compañía".
"La música se está separando de la industria y eso está bien, porque a veces se ha confundido demasiado", opina Juan Aguirre, de Amaral. Graba con su paisano en Galapagar y también ha montado un pequeño estudio con Eva, su compañera de escenario. "El estudio es un instrumento más. Da igual que seas nuevo o consolidado. Grabarte a ti mismo es enriquecedor". Ahora, con el acceso generalizado a las tecnologías, "se democratiza la grabación. Pero hay un riesgo: que te conviertas en esclavo de la tecnología, cuando la música es sobre todo ideas. Sigo creyendo en las ideas viscerales y primitivas", dice Aguirre, mientras toca con mimo el instrumental repartido en los 30 metros cuadrados "del artesano Gonzalo": el piano Hammond, los amplificadores Vox y Fender... Joyas clásicas de los sesenta conviven con modernos ordenadores y aparatos del siglo XXI.
Aguirre prefiere que el productor vigile atentamente su proceso creativo. "Me siento mejor cuando me asesora gente con experiencia". A Luis Mendo también le desconcentra, dice, ese estar pendiente de todo. "Yo necesito el oído supereducado de un técnico". El músico madrileño tiene su pequeño estudio junto a la Gran Vía (no lejos de esa Puerta de Alcalá que hizo canción); allí compone y graba temas para cine y televisión (Cuéntame) y para su grupo, Suburbano.
"La entrada en barrena de la venta de discos y el auge de la informática", dice Mendo, "nos han llevado a los músicos a la autoproducción".
"Antes o después caes en la tentación de hacerte tu movida. Ahora componer y grabar van de la mano. Lo dice Pachi Alis, de 33 años, en la música desde los 17. Ha ido invirtiendo en aparatos como una hormiga y tiene estudio casero en Sanchinarro, en la sierra norte "para los sonidos más potentes de guitarra y batería" y en su tierra, Jaén. En este viaje ("los aparatos caben en el maletero del coche") ha producido su próximo disco, Cuando el sol nos dé calambre. "Acondicionas la habitación para que suene como tú quieras. Hasta puedes grabar en un armario o una piscina vacía", dice Alis, que ha producido temas de Leyva (Pereza), otro cantante con estudio propio.
"Es muy cómodo trabajar en casa, lo tienes todo a mano cuando surge la inspiración. Te da la libertad de trabajar sin ningún límite más que el exceso de decibelios. Desde hace unos diez años tengo el estudio montado en una habitación de mi casa", dice Álex Olmedo, líder de La Naranja China y que ha producido en su hogar madrileño con sus instrumentos y "las entrañas del ordenador" sus tres discos y los últimos de Los Peces y de Zodiacs.
Pero la proliferación en Madrid (como en otras ciudades del mundo) de pequeños estudios domésticos ("cientos, incontables", dicen los protagonistas) lleva pareja la desaparición de los grandes estudios de grabación. Kyrios, Eurosonic, Trak, Red Led, Sonoland, Musigrama, Pko... Son los nombres de grandes estudios de grabación de Madrid (y los dos primeros ya son historia). La capital ha sido una potencia en este campo, aseguran los profesionales, pero el esplendor de otras décadas se ha tornado en declive, sobre todo en los últimos 10 años.
"Había una asociación en la que estábamos treinta y pico estudios, ahora quedan tres", lamenta el veterano Joaquín Cobos, que trabajó en Kyrios y mantuvo 30 años Musigrama. "Me costó salir adelante y en 2002 pude venderlo al músico y productor Paco Ortega. Por lo menos no paró la actividad". Cobos es el técnico responsable del Centro de Arte y Tecnologías Argüelles (CATA), de la Fundación Autor, equipado con la última parafernalia para la producción audiovisual. En CATA "puede grabar todo el mundo, con prioridad para socios de la SGAE". "Un complejo así sólo lo puede mantener una organización como ésta", dice Calvo. "El futuro está mal, pero subsistirán los estudios de envergadura porque se necesitan. La diferencia acústica es notable", dice, aunque reconoce la realidad: "El 80% de las grabaciones se hacen en casa".
"Si me tocara la lotería montaría un estudio grande no con ánimo de lucro, sino como una fundación. Me gustaría organizar una escuela", dice Carlos Jean (Ferrol, 1973). Músico, productor, arreglista, cantante, tiene cuarto de juegos sonoros en Madrid (12 metros cuadrados, en Pinar de Chamartín) y en Roche (Cádiz). En su factoría casera de música electrónica nació a finales de los noventa el proyecto Najwajean, con Najwa Nimri. Se ha encerrado con famosos como Miguel Bosé, Alejandro Sanz, Bunbury o Fangoria y ahora trabaja con Bebe y la promesa granadina Zara. Jean tiene claro el valor del estudio casero: "El formato musical está cambiando. La creatividad está en la mente y en la inquietud de las personas. Si Mozart hubiera tenido un ordenador habría compuesto miles y miles de piezas".