El filósofo analiza la esencia, desarrollo y porvenir de la cultura humana en un nuevo ensayo
EP - Madrid - 27/02/2009
Jesús Mosterín, filósofo y profesor de Filosofía en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), desgrana en su último libro, La cultura humana (Espasa), la esencia, el desarrollo, las variedades y tendencias "de esta forma especial de información transmitida por el aprendizaje social que caracteriza a los animales". Para Mosterín, "el ser humano no es el único animal que tiene cultura ya que la tienen todos los animales, salvo los vegetales, y de manera semejante al hombre, los chimpancés y los macacos".
La diferencia entre la cultura de los humanos o "humanes", como los denomina el filósofo, y la del mono estriba en nuestras escasas diferencias como especie, que son que los hombres somos bípedos; que tenemos una pinza de precisión, que nos permite juntar los dedos de la mano para coger, escribir, pintar o teclear; que nuestro cerebro es más grande; y que poseemos un lenguaje recursivo, capaz de realizar un número ilimitado de mensajes".
Además, puntualizó, "a medida que el cerebro humano ha ido evolucionando a lo largo de la historia, la cultura ha dejado de ser estática, y para ser más rica y dinámica". "Nuestro cerebro ha desarrollado un gran número de nuevos circuitos neuronales y ya no sólo poseemos una cultura real en nuestro cerebro sino que poseemos una virtual o cultura dormida, que almacenamos en lugares externos como libros o CD, que despierta cuando entra en contacto con nuestro cerebro".
"La cultura es terrorismo, fumar o comer"
"La cultura no tiene por qué ir asociada a valores positivos", defendió Mosterín quien consideró que "cosas tan poco finas como el terrorismo suicida o la minería de carbón son tan cultura como lo puede ser fumar o comer o dejar de hacerlo o vestirse de una manera determinada". Y añade: "La cultura no son sólo las actividades que se citan en los suplementos culturales, subvencionadas por consejerías de cultura , como recitales y exposiciones, sino es todo aquello que necesitamos aprender porque no queda inscrito en nuestro genes", explicó.
Por eso, según el autor, un antisemita no lo es por naturaleza, ha tenido que adquirir esos rasgos culturales o memes, según los llama en su libro. De ahí, la importancia de la educación, una fuente fundamental de transmisión de la cultura. Pero, para Mosterín, "los sistemas educativos actuales tienen mucho de lavado de cerebro" ya que distintas fuerzas, como los Estados, las comunidades autónomas, los sindicatos, o las diferentes iglesias tratan de hacerse con su control y dominarlo.
Internet libre y eficiente
"Internet es la salvación a este intento de control de la cultura, por ser un espacio libre de presiones e intereses de cualquier tipo", sentenció el autor quien llegó a afirmar que "el desarrollo cultural e intelectual y el futuro de la cultura dependerán, en gran medida, de que Internet funcione de modo libre y eficiente". Otra de las máximas que Mosterín defiende es que "la globalización cultural es un hecho inevitable". "El ser humano ha ido teniendo cada vez más libertad y facilidad de transporte y eso le permite absorber rasgos culturales muy diversos", comentó.
La cultura humana se dirige, sobre todo, a un lector culto, curioso y despierto que se hace preguntas sobre la cultura, pero también a los estudiantes de filosofía, antropología, psicología, primatología. "Aunque tampoco estaría de más que lo leyesen gestores de instituciones culturales, en el sentido estrecho del apelativo, así como los periodistas, por si pudiese arrojarles alguna luz en su quehacer", concluyó.