El País/ELOI VÁZQUEZ 06/02/2009
Tras años desorientadas, las multinacionales de la industria discográfica renuevan su es-trategia para combatir la piratería: ofrecer un servicio legal más satisfactorio que el ilegal
ESTE año se cumplen diez desde la irrupción de Napster, el programa pionero en el intercambio de archivos informáticos, principalmente en formato MP3, mediante el sistema P2P (peer to peer o terminal a terminal). Desde entonces, programas similares han ido ocupando la posición de privilegio en el ranking de popularidad de los internautas, sobreviviendo con mayor o menor éxito a las embestidas legales de las compañías que ostentaban los derechos de los millones de archivos con copyright que circulaban libremente. Las batallas judiciales cegaron a las discográficas, que siguieron defendiendo con uñas y dientes el modelo de distribución física, intentando ponérselo difícil al consumidor digital. Mientras, Apple y su iTunes les robaban buena parte del pastel. Pero su estrategia parece haber cambiado.
"Creamos Spotify porque pensamos que existía una mejor experiencia musical para el usuario de Internet que la piratería. Es obvio que el público consume más música que nunca mientras las ventas de discos no dejan de bajar. Me di cuenta de que la demanda de propiedad había dejado paso a una demanda de acceso", explica Daniel Ek, fundador y presidente ejecutivo de la empresa sueca alrededor de la cual han cerrado filas las principales compañías discográficas del planeta. Como las cuatro grandes: Universal, Warner Music, Sony BMG y Emi, que han cedido su catálogo íntegro a la iniciativa.
Spotify es un programa que oferta música en formato streaming, esto es, de acceso sin necesidad de descarga. La idea es usar pero no poseer, de tal manera que la música no la puedes grabar en un CD para llevártela, por ejemplo, al coche. Simplemente la escuchas en un ordenador que tenga acceso a Internet. Por ahora, claro. Porque quién sabe las futuras posibilidades, como sería poder acceder a la música desde, por ejemplo, un teléfono móvil.
Decenas de plataformas de Internet como Last.fm o Pandora disponen de música en este formato streaming desde hace años. ¿Qué es entonces lo que diferencia a Spotify que provoca en el usuario la misma sensación mágica que sintió cuando descubrió Napster hace una década? La clave está en la comodidad, la instantaneidad, la eficacia y la extensión de su catálogo. Y en que el usuario elige lo que escucha, al contrario de Last.fm o Pandora, cuyo concepto es el de la reproducción de temas recomendados en base a los gustos musicales del usuario. Jacobo de Arce, usuario desde sus inicios y periodista, lo define a la perfección: "Spotify funciona como un iTunes con una biblioteca de música infinita. Su planteamiento se limita a ser un sencillo buscador y reproductor de música. Ofrece unas posibilidades increíbles, como compartir listas de reproducción con tus amigos enviándoles un simple link. Pero lo mejor del programa es lo bien que funciona. La calidad se acerca a la de un CD y no hay pausas. Nunca aparece esa molesta advertencia de 'cargando', tan habitual cuando reproducimos algo en streaming". Y es gratis. De momento, el programa se encuentra en desarrollo en edición beta (es necesaria una invitación) y sólo está disponible en un puñado de países europeos, entre ellos España.
La excitación que provoca este modelo entre las discográficas no se queda atrás. "Apoyamos 100% esta iniciativa y fórmula. Consideramos que puede ser uno de los modelos que más éxito tendrá en un futuro. Como muestra, hemos estrenado el nuevo sencillo de U2 en Spotify antes que en ningún otro sitio", asegura Mia Nygren, directora del departamento digital de Universal Music España. Por una vez, los intereses de público y empresas podrían converger sin necesidad de altruismo por ninguna de las partes. "El beneficio económico para la compañía proviene de la publicidad o de subscripciones mensuales. Los primeros indicios dicen que sí compensará pero está todavía por comprobar. El reto para Spotify está en vender publicidad y demostrar su eficacia en las inserciones".
La gran duda está en saber si será Spotify el artífice de la desaparición de la brecha entre el antiguo modelo de negocio musical basado en ventas de discos y el futuro, de acceso total. Las primeras señales no son halagüeñas: el 28 de enero la empresa publicó un comunicado oficial en su web informando acerca de recortes en el acceso a su catálogo debido a restricciones contractuales relacionadas con la territorialidad de ciertas licencias. O lo que es lo mismo, Spotify será distinto según el país en el que se utilice. La maraña de intereses corporativos ha vuelto a romper el hechizo y ha traicionado el 33% del lema de Spotify: "Ayudar a la gente a escuchar la música que quiera, cuando quiera y donde quiera".